Factor perjudicial para la naturaleza y la salud |
América Latina sufre desde hace décadas una progresiva degradación de sus suelos y cursos de agua debido al uso intensivo de agroquímicos. Un estudio reciente realizado en Chile documenta la presencia de múltiples pesticidas en ríos de la zona central, incluyendo moléculas que superan los estándares internacionales de calidad de agua potable, lo que genera riesgos directos para ecosistemas acuáticos y comunidades humanas que dependen de esos recursos hídricos.
Otro reporte, “Pesticides in soil, groundwater and food in Latin America as part of One Health” (2024), recoge presentaciones de países como Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Colombia, Cuba y México, que muestran cómo plaguicidas persistentes y altamente peligrosos se acumulan en suelos, aguas subterráneas y alimentos. Este reporte alerta sobre deficiencias en vigilancia, regulación y concienciación, y subraya la urgencia de alternativas agroecológicas.
Los agroquímicos no solo dañan el ambiente, también la salud: se han relacionado con trastornos reproductivos, bajo peso al nacer, abortos espontáneos, daños en el desarrollo fetal, disrupciones endocrinas, entre otros efectos negativos en trabajadores agrícolas y poblaciones cercanas.
Gobernanza sobre el monocultivo, eucaliptos y forestación agresiva

En años recientes, grandes extensiones productivas tradicionalmente dedicadas al pastoreo o cultivos diversos han sido convertidas en monocultivos agrícolas o forestales. De estos últimos, se destaca la implantación de especies exóticas que degradan suelos productivos, como el Eucalyptus spp., con objetivos madereros, energéticos o con destino a la industria celulósica. Si bien estas plantaciones pueden tener un crecimiento rápido en contextos específicos, múltiples estudios evidencian efectos adversos:
• Una investigación en los llanos aluviales orientales de Paraguay encontró que al plantar eucaliptos sobre pastizales nativos se redujo el carbono orgánico del suelo en un 50 % en los primeros años, junto con aumento en densidad aparente del suelo, mayor acidez (pH bajo), disminución de fósforo y bases intercambiables.
• En el Cerrado brasileño, plantaciones de eucalipto reducen la diversidad y abundancia de la fauna edáfica; los comunitarios taxonómicos presentes en suelos naturales disminuyen al sustituir ecosistemas nativos por bosques homogéneos de eucalipto.
• Estudios en plantaciones sucesivas de Eucalyptus en Minas Gerais, Brasil, han señalado pérdidas acumulativas de materia orgánica y nutrientes, lo que puede comprometer la fertilidad del suelo a largo plazo.
Estas prácticas de forestación extensiva sustituyen rotaciones de cultivos o sistemas mixtos que permitirían ciclos de recuperación, diversidad vegetal e intervención humana menos invasiva. El monocultivo de especies exóticas como el eucalipto se ha convertido en una regla, no en la excepción, lo que tiene consecuencias para la retención de agua superficial y subterránea, pérdida de materia orgánica, alteraciones químicas del suelo y menor resiliencia ecológica.
Biosoluciones y Agroecología como alternativas viables
Para contrarrestar estos impactos, la adopción de prácticas agroecológicas —que incluyen rotación de cultivos, uso de abonos orgánicos, control biológico de plagas y conservación de biodiversidad— aparece hoy respaldada por un número creciente de estudios y proyectos en América Latina.
El proyecto de la FAO “Agroecology in Latin America: Building Paths” (2020‑2024) trabaja con productores familiares en siete países y ha desarrollado indicadores sociales, económicos y ambientales mediante investigación participativa, mostrando mejoras en la sostenibilidad, autonomía productiva y preservación de suelos y semillas locales.
En Chile, como se mencionó anteriormente, la detección de plaguicidas persistentes en aguas de ríos agrícolas ha motivado propuestas de regulación más estricta y la incorporación de mitigaciones como barreras vegetales, uso de cubiertas de suelo, monitoreo participativo, que son elementos propios de sistemas agroecológicos.
Una parte esencial del cambio hacia un modelo agroecológico es promover biosoluciones efectivas: biopesticidas, biofertilizantes, enriquecimiento microbiano del suelo, restauración vegetal con especies nativas, agroforestería, integración de ganado y agricultura, etc. Un artículo reciente (“Back to the origins: biopesticides as promising alternatives to conventional agrochemicals”, 2024) analiza la eficacia de biopesticidas derivados de plantas, algas u organismos vivos como alternativa menos contaminante y más segura para suelos, agua y salud humana.
Ventajas de un modelo agroecológico
Adoptar un modelo agroecológico en lugar del convencional basado en agroquímicos y transgénicos ofrece múltiples beneficios:
– Soberanía alimentaria: los productores familiares tienen mayor control sobre semillas, prácticas, diversifican cultivos, reducen dependencia de insumos externos (semillas transgénicas, agroquímicos).
– Protección ambiental: mejora de calidad de suelos, recuperación de materia orgánica, mayor biodiversidad edáfica, vegetal y animal; mejor capacidad de retener agua, proteger cuencas y ecosistemas hídricos.
– Salud humana: menor exposición a tóxicos, menos residuos de plaguicidas en alimentos y agua, menores riesgos reproductivos y enfermedades crónicas asociadas a químicos agrícolas.
– Bienestar de productores y trabajadores rurales: uso de mano de obra local, menos riesgo sanitario, a menudo condiciones de trabajo más dignas, diversificación de ingresos.
– Resiliencia climática: sistemas diversificados soportan mejor sequías, lluvias intensas, plagas nuevas y reducen emisiones asociadas al uso de agroquímicos.
Recomendaciones urgentes
– Fortalecer marcos legales que regulen los agroquímicos: prohibir o restringir los más tóxicos, exigir monitoreo sistemático de suelo, agua y alimentos.
– Incentivar y financiar proyectos de agroecología, con apoyo técnico, capacitación y crédito accesible para productores rurales.
– Fomentar la rotación de cultivos, sistemas mixtos agroforestales, recuperación de especies vegetales nativas como alternativa al monocultivo exótico.
– Apoyar la investigación, desarrollo y registro de biopesticidas y biofertilizantes locales, respetuosos con los ecosistemas y seguros para la salud.
– Involucrar a comunidades locales e indígenas en la definición de políticas agrícolas, conservación de semillas, prácticas tradicionales y conocimiento ancestral.
Un cambio de mentalidad imprescindible
El actual modelo productivo agroindustrial, que prioriza transgénicos, agroquímicos y monocultivos extensivos, ha demostrado tener costos sociales, sanitarios y ecológicos crecientes en América Latina. No se trata de rechazar la ciencia o la tecnología, sino de reorientarlas hacia prácticas sostenibles, empáticas y respetuosas de la biodiversidad y la salud. La Agroecología, sustentada por biosoluciones y una planificación territorial consciente, puede permitir alimentar dignamente a nuestras poblaciones, recuperar los suelos, garantizar cuencas de agua limpias, y ofrecer una mejor calidad de vida para los productores y trabajadores rurales, asesores y consumidores. El cambio ya no es una opción, es una necesidad impostergable.
Este artículo periodístico es fruto de una investigación periodística de Portal Agroalimentario, que ha tomado en consideración diversas fuentes académicas y de divulgación científica recientes que, de una u otra forma, respaldan la opinión del autor.
