La zanahoria es un alimento muy nutritivo de uso prácticamente universal. Es rica en vitamina A, también aporta vitamina C y B6, hierro, yodo y potasio. Es una opción saludable, versátil y deliciosa para cualquier dieta, y como las demás hortalizas es importante mantenerla fresca para sacarle el máximo provecho a su sabor y propiedades.
Su precio accesible y su disponibilidad durante casi todo el año hacen que la zanahoria esté presente en todos los hogares. Hay unos trucos sencillos de seguir para que esta se conserve durante mayor tiempo.
Humedad
Contrario a otras hortalizas, las zanahorias se mantienen mejor en un ambiente húmedo. Una opción es dejarlas en un recipiente con agua, que debemos cambiar constantemente, cuando recién notemos que el líquido comience a tornarse turbio. También se pueden envolver en un papel húmedo, como las toallas adsorbentes que utilizamos en la cocina.
Es importante resaltar que, en el caso de aplicar alguno de los trucos anteriores, las zanahorias deben guardarse sin las hojas verdes que a veces traen en la parte superior, porque si no obtendremos el efecto contrario al deseado y las zanahorias se deteriorarán más rápido.
Congelado
Las zanahorias también se pueden congelar para alargar su vida útil. Primero se deben pelar y cortar en trozos (rodajas o palitos). Cuando ya las tengas todas cortadas, introdúcelas en una olla con agua hirviendo y deja que se cocinen por solo un par de minutos: no deben cocinarse por completo. Luego, mételas en un recipiente con agua fría para interrumpir el proceso de cocción. Cuando estén frías y secas, las puedes guardar en una bolsa o envase con tapa dentro del congelador. Esta es una de las maneras de conservarla durante más tiempo.
Las zanahorias congeladas no son muy útiles para recetas en crudo, como ensaladas, pero sirven para cualquier platillo en el que vayan cocinadas, así que serán ideales a la hora de preparar sopas, arroz, guisos, entre otros.